Noticias de Ciencia y Tecnologia



¿De que hablan los dos relatos de la Creación de La Biblia?
En el relato existe un observador, quién narra lo que observa. Y una ubicación muy precisa desde donde observa.
En el mundo de la intolerancia, no importan las historias falsas (fake news)
cuando discutes de gentes que aparecen como criminales solo por el hecho de
existir.
Le venía como anillo al dedo a la prensa contraria a la inmigración: un hombre
enloquecido que viste un chaleco de suicida "repleto de gasolina y pólvora"
entra en un supermercado de una pequeña ciudad del noroeste de España, lanza
gritos de "¡Alaju Akbar!" y abre fuego. Afortunadamente, nadie resulta muerto,
pero los clientes huyen despavoridos. La noticia aparece en un diario local, la
recoge rápidamente un surtido de medios de los EEUU y el Reino Unido y se
comparte ampliamente en Twitter y Facebook. Y figuras antimusulmanas afirman,
mientras mueven la cabeza con sabia desaprobación, que el ataque simboliza todo
lo malo del Islam.
Hay un pequeño problema: que no sucedió.
Sí, hubo un hombre que entró en un supermercado de la ciudad de Ourense y
disparó varias veces. Ahí es, sin embargo, donde terminan los hechos y empieza
la fantasía. ¿Chaleco de suicida? No lo había. ¿Disparos contra los clientes?
No, le acertó a unas botellas. ¿Un lunático enloquecido desmandado? En un
momento dado puede verse en la grabación de videovigilancia que el hombre se
sienta y se come un plátano. ¿Estaba la ciudad conmocionada? No. ¿Y qué pasó con
los gritos de "Alaju Akbar"? Se informa luego de que se trataba en realidad de
un hombre procedente del País Vasco "con las facultades mentales perturbadas", y
de que alguien confundió con el árabe las palabras que pronunció en euskara (la
lengua vasca).
Dice mucho de la naturaleza de la intolerancia que hechos inventados tales como
los que no tuvieron lugar en Ourense sean recogidos tan rápida y acríticamente
por ciertos elementos de la prensa, y que eso se haga sin la más mínima
preocupación por las consecuencias personales y materiales de su publicación.
Nunca levantó el vuelo la hoy infame afirmación de Kellyanne Conway (jefa de
campaña y ahora consejera presidencial de Donald Trump) de que eran responsables
refugiados musulmanes de la "matanza de Bowling Green", que jamás se produjo,
pero su salvaje indiferencia a las calumnias contra todos los refugiados
musulmanes como terroristas potenciales - incluso probables - nos proporciona
una clara indicación de que las mentiras están destinadas a contaminar el agua
potable humanitaria de nuestra democracia.
Si la mentira cuela, estupendo. Y si no cuela, no perdemos nada. La cuestión es
añadir siempre otra capa retórica de duda y sospecha al sedimento de nuestra
intolerancia nacional. ¿Que no hubo matanza en Bowling Green? Bueno, vale, pero
podía haberla habido, y habría sido un musulmán el que la llevara a cabo. En el
mundo flexible del fanatismo, podemos condenar a la gente hasta por crímenes que
se cometen en nuestra cabeza. (Y en esto no se distinguen Demócratas de
Republicanos, desde CNN hasta Wall Street Journal. La publicitada "amenaza
terrorista" nunca gozó de tan buena salud como durante el régimen de Obama, a
pesar de que apoyaban al terrorismo en Siria).
La cuestión clave es que la economía política de las noticias contra los
inmigrantes, islamófobas, es tal que la invención de historias que implican a
musulmanes vale la pena: los que inician los rumores (cualesquiera que sean sus
razones) saben que se trata de titulares para gente receptiva a calumniar a todo
un grupo religioso. Los medios, a su vez, están dispuestos a publicar material
cuestionable, porque es carnaza para una gran parte de su público. Vende. Las
disculpas posteriores, cuando se dan, no tienen importancia.
En una de las noticias más asombrosas publicadas en el 2016, el diario
sensacionalista alemán Bild afirmó que en la Nochevieja del 2015 en Frankfurt,
un ingente grupo de varones musulmanes ebrios, la mayoría de ellos refugiados,
habían formado una "masa sexual alborotadora" que agredió a docenas de mujeres.
La noticia contenía descripciones de los "testigos" y hasta entrevistas con las
pretendidas víctimas. Naturalmente, se recogió internacionalmente y se difundió
por medio de las redes sociales.
Una semana más tarde, sin embargo, la policía de Frankfurt declaró que la
historia era completamente falsa: no se habían denunciado tales agresiones
sexuales, la "víctima" en cuestión ni siquiera estaba en Frankfurt en ese
momento, y se estaba investigando a dos individuos por iniciar los falsos
rumores y despilfarrar recursos de la policía.
Bild es el periódico de mayor venta en Europa, con una circulación de cerca de
tres millones de ejemplares diarios, pero ha sido objeto de ataques en Alemania
por parte de otras cabeceras por atizar el fuego contra los inmigrantes y los
musulmanes. Cuando la policía anunció que el incidente de Frankfurt era falso,
Bild publicó (muy a posteriori) una disculpa y afirmó que la historia "no
cumplía en modo alguno los baremos periodísticos" del diario. Pero lo cierto
sigue siendo que se publicó y reprodujo globalmente, y ningún cúmulo de
retractaciones, excusas o disculpas de las cabeceras que la publicaron remediará
el daño causado.
El pervertido poder del fanatismo se cifra en que, una vez firmemente afianzado,
los hechos y la lógica hacen poca mella en su armadura. Incluso mentiras
desvergonzadas como la matanza de Bowling Green en boca de Kellyanne Conway, se
pueden acabar explicando como errores comprensibles. Al fin y al cabo, es
"probable" que aquellos a los que convertimos en estereotipos hagan cosas malas,
y así la sospecha no sólo es lógica, es patriótica.
Es la misma lógica que permite a la gente en los EEUU ver que los agentes de
policía disparan por la espalda a sospechosos negros desarmados y decir: "Sí,
pero ¿por qué, para empezar, le paró la policía?"
De manera que si observamos el entorno social, político y mediático en el que
Donald Trump ha tratado de prohibir que muchos musulmanes entren en los EEUU,
pensemos por un momento en los atentados musulmanes que nunca tuvieron lugar y
en la cobertura mediática garantizada que siempre han recibido. En el mundo de
la intolerancia, no importan las historias falsas cuando discutes de gentes que
aparecen como criminales sólo por el hecho de existir. La vida y la política se
vuelven muy sencillas.
Christian Christensen es profesor de periodismo en la Universidad de Estocolmo.
Fuente: La Haine


cursos de autocuracion y rejuvenecimiento
bible secrets
EL PORQUÉ DE LA CREACIÓN DEL PUEBLO JUDÍO
eutanasia de perros
creacionistas
focos y cintas led
colegio de traductores e interpretes
colegio de traductores de zona norte
sistemas de seguridad para gruas
Cirugia plastica y estetica
historia del pueblo de Israel
Auto ayuda y alimentacion sana
servicios de jubilacion y pension
venta de tapas de cilindro
Sitios web para pymes
venta de cesped
mudanzas domiciliarias
reparacion de gruas
genesis and science
tratamientos con dietas
soldadura de aluminio
articulos de tapiceria
hoteles en san rafael mendoza
ebook biblia
tripoli fosfatos
colegio de traductores de martinez
Vasos plasticos
importador de pilas
film de pvc
rectificacion de motores